Nueva noticia que está revolucionando las redes sociales con el tratamiento de botox natural utilizado por las famosas..... Os la dejo para que la leáis por curiosidad....
La picadura que hasta rejuvenece
·
Es 80 veces
más potente que la morfina, usado contra la artritis o la esclerosis
·
Las famosas
también se apuntan al veneno de abeja, llamado el nuevo botox.
El veneno se aplica inyectando el aguijón directamente sobre el paciente.
La consulta de Alberto Moreno, en la
calle Galileo del barcelonés barrio de Les Corts, está hasta los topes. Son las
11:30 y pasamos con él y uno de sus pacientes a la sala de tratamiento, una
pequeña habitación con camilla, diversos pósters del cuerpo humano, y un tupper
en el que reposan sus operadores: varias decenas de abejas de las que él
mismo cría.
Agustín López se tumba, y pinzas en
mano, el terapeuta saca un ejemplar que aplica a su cadera. El insecto pica,
pero Agustín, cual faquir, ni se mueve. Moreno retira el aguijón con otras
pinzas, y lo lanza junto a la abeja a un pequeño contenedor. Repite la
operación con destreza hasta cuatro veces con la misma reacción de su paciente.
Ninguna, a pesar de las cuatro manchas rojas como cuatro soles que aparecen en
su espalda. Afirma que ya ni lo nota, y aunque lo hiciera, no lo dejaría: la
apiterapia ha conseguido lo que ningún ratamiento médico con su artritis. «No
sé ni dónde está mi bastón», dice.
Moreno, antiguo entrenador personal del
Club de Polo de Barcelona, es uno de los pocos apiterapeutas activos en España.
«La apiterapia consiste en utilizar el veneno de las abejas hembra mediante
micropicaduras para paliar los efectos de un rango amplísimo de afecciones
como el lupus, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, o la
fibromialgia», explica. Un tratamiento que parece sacado de un manual de
curandera pero que, asegura, es muy efectivo. «Como antiinflamatorio es 500
veces más potente que la cortisona, y como analgésico, 80 veces más que la
morfina».
Contra las arrugas, dicen, tampoco tiene
rival. No en vano ya hay quien se refiere al veneno de abeja como el nuevo
botox natural. Éste fue el secreto, explicó la prensa inglesa en su día, del
radiante aspecto de Kate Middleton en su boda: un tratamiento con veneno
de abeja que le recomendó la propia Camilla Parker Bowles, duquesa de
Cornualles, y que llevó a cabo la reputada esteticista Deborah Mitchel, ex miss
Gran Bretaña.
Favorece la circulación de la sangre, lo
que hace que la piel luzca más joven, afirma la cosmetóloga favorita de,
entre otros famosos, Kylie Minogue, George Michael, o Victoria Beckham, todos
ellos convertidos ya a la apiterapia, una tendencia de moda. La práctica ha
quedado también reflejada en la película Blancanieves (Mirror, Mirror, de
2012), en la que Julia Roberts encarna a la madrastra y en la que se puede ver
una escena en la que la malvada se somete a la picadura de abejas para
rejuvenecer su rostro.
La apiterapia se utiliza también en
el pre y post operatorio de cirugías plásticas por sus efectos
antiinflamatorios. Popea, en Vigo, es el primer centro de España en el que se
realizan este tipo de tratamientos a base de mascarillas fabricadas con el
veneno y ofrece el mencionado tratamiento pre boda de Kate Middelton. Otra
firma inglesa, Rodial, afirma que palía incluso los efectos de la menopausia
sobre el aspecto de las mujeres, porque estimula la producción de elastina y colágeno.
Moreno es escéptico respecto a los
beneficios estéticos de la apiterapia por muy en auge que esté. «El veneno de
abeja pierde sus propiedades en cuanto entra en contacto con la luz. Al
extraerlo se volatiliza más del 80%», argumenta. «Ésta es la razón por la que
la industria farmacéutica nunca se ha interesado por la apiterapia, porque no
les da ganancias».
Según la Revista de la Salud 2.0, esta
forma de sanación hace al menos 3.000 años que se practica, era conocida por
civilizaciones como la maya o la azteca, y los romanos la usaban para tratar
migrañas.
Preguntados por este suplemento, varios
médicos no sabían siquiera que la apiterapia existiera, pero tanto Moreno como
la mencionada publicación insisten en que sus efectos como analgésico e antiinflamatorio
están empíricamente comprobados. En España, dicen, vamos muy retrasados en este
campo. De hecho un estudio científico publicado en el National Center for
Biotechnology Information de EEUU considera probados sus efectos en el
tratamiento de la artritis. Moreno afirma que ayuda incluso a combatir el
cáncer, pues contiene Interferón. «La apiterapia se está volviendo a aplicar
después de comprobar que la incidencia de cáncer o artritis entre los
apicultores era bajísima. Y se dieron cuenta de que todos ellos tenían niveles
altos de apitoxinas».
A él las evidencias le llegaron a través
de una amiga. «Sufría esclerosis múltiple, y un día la vi ya en silla de
ruedas. Seis meses más tarde me la volví a encontrar, y caminaba. Yo no
daba crédito. Me dijo que se había hecho un tratamiento con picaduras de abeja
en Chile». Esto fue suficiente para convencer a Moreno, que hizo las maletas y
se fue al país sudamericano. «Allí están muy avanzados con la apiterapia, de
hecho se aplica en los hospitales, como sucede en Japón, China, Irán o Corea.
En España no conozco ningún centro de la red pública donde lo utilicen». Tres
meses más tarde volvió a España, donde comenzó a ejercerla en su centro,
llamado Zonaterapia.
80 sustancias diferentes
Los defensores de esta práctica aseguran
que el veneno de abeja contiene 80 sustancias diferentes: melitina,
antiinflamatorio 100 veces más potente que la aspirina; apamina, otro
antiinflamatorio; dopamina, que mejora la tensión arterial, o fosfolipasa, un
potente vasodilatador. Dicen que mejora el metabolismo del sistema nervioso
central y periférico, acelera la soldadura de fracturas y la eliminación de
toxinas. Un remedio universal que está al alcance de todos los que quieran
dejarse picar. «Utilizamos abejas adultas, de cerca de 40 días, que es cuando
tienen veneno. La vida de estos insectos es de unos 45». Moreno las alimenta
con miel, lo que no ha evitado que le hayan picado en múltiples ocasiones.
Le dejamos pinzas y abeja en mano
mientras trata a un varón de unos 60 años que acaba de empezar. Espera poder
evitar una operación de cadera. Lo que no evitará es la mueca de dolor con la
primera picadura.
Fuente: El mundo
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